*Calles de
San Blas*
Aunque son nombres dibujados
en los libros escolares, todas las calles de
San Blas tienen
nombres que nunca recordaremos.
Son calles marcadas
por historias de familias despedidas, de muchachos
creciendo en la
ilusión de la parroquia nueva, de casas dejadas en el medio
camino del destino.
Todas las calles de
San Blas llevan a la equívoca dirección de una casa
hasta ayer visitada;
hasta ayer compartida, hasta ayer con un número en
puerta.
¿Para qué levantaron
esas casas? ¿Para qué los techos de La Glorieta?
¿Dónde los sueños
soñados en sus habitaciones?
San Blas inventó la
ciudad que la vio perecer y cada solitaria calle es un
recuerdo de otro
recuerdo ya extinto.
¿Dónde están sus luces
domingueras, sus artesanos, la memoria de la señora
Filomena, los
exiliados argentinos de la bajada Portocarrero?
¿Dónde queda hoy calle
del molino? ¿Dónde los italianos del observatorio?
¿Dónde el homenaje a
cualquier morreño como Marcelino Hidalgo o la familia
Martínez Ojeda?
Toda la valenciana
ciudad se difundía en cualquier calle de San Blas,
pulverizadas hoy en la
nostalgia de sus ancianas, en el trance hacia ese
nuevo siglo que nunca
vieron.
Hasta allí llegaron en
su finitud Barbarita Coronado, Guillermina y Mariíta
Martínez abandonadas a
la suerte de sus descendientes, lejos de aquel
barrio parroquial que
una vez celebraron y lejos de aquellas virginales
ilusiones de domingo.
Freddy Martínez Luque
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